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jueves, 15 de enero de 2015

15. Desde la humildad... (Mc 1, 40-45)

¡¡¡Buenos días hermanos!!! Sigue San Marcos, ayer terminó en el 1,39 y hoy empieza el 1,40: (Mc 1, 40-45)
 
"En aquel tiempo, (3)se acercó a Jesús un leproso y le suplicó de rodillas: "Si quieres, puedes limpiarme". Jesús, (2)compadecido, extendió la mano, (1)lo tocó y le dijo: "¡Sí quiero, queda limpio!" (4) Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio. (5) Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: "No se lo digas a nadie; pero para que conste, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés".El, sin embargo, tan pronto como se fue, comenzó a divulgar entusiasmado lo ocurrido, de modo que Jesús no podía ya entrar abiertamente en ninguna ciudad; tenía que quedarse fuera, en lugares solitarios, y aún así seguían acudiendo a él de todas partes."
 
(1) Va a Jesucristo un leproso, que eran excluidos sociales e incluso, ya en la Edad Media, se les hará vivir fuera de las ciudades y señalar por donde pasa con una campanilla para evitar contagios ¿y qué hace Jesús?  ¡Le toca! Pone su mano sobre Él, arriesgándose a que le contagie su enfermedad... ¡Así salva el Señor haciéndose carne y tocando! No es una salvación que la tira desde lo alto, como migajas a los pájaros, es una salvación de hermano a hermano y desde el corazón...
 
(2) Jesús, se compadece (=padece con) porque tiene entrañas de Misericordia y sufre con el que sufre. En Sus acciones hay un Amor intenso que vale tanto como la acción...
 
... Y eso me recuerda a aquello que dijo la Beata Madre Teresa de Calcuta: "Donde está el amor ahí está Dios" y sus hijas de la congregación lo aprendieron tan bien que la Beata lo tiene escrito sobre su lápida... ¡Con pétalos de flores!
 
(3) El leproso consigue al final su curación, así que veamos su método: 1º se acerca a Jesús: quien se queda lejos de Él jamás recibe Su LUX, Su calor, ni Su Salvación,... (Y acercarse es muy fácil: con oración y Sacramentos)... 2º con humildad: no le exige ni le reprocha; no le pregunta por qué a mí y no a mí vecino que es mucho peor,...¡no! Simplemente se postra ante el Señor pidiendo el milagro... y  3º con Fe: esperando el milagro que pide y sabiendo que Jesús puede hacerlo...  ¡Buen método el de este hombre! Si estuviera en el siglo XXI seguro que hacía "coaching"...
 
(4) Esta es la diferencia entre Jesucristo y otro falso profeta: ¡Dios firma con obras sus palabras! Y así por ejemplo, si alguien contradice la palabra de Jesucristo y no hace sus signos ya sobra prestarle más atención, y así, por ejemplo, nos ahorramos tener que ir a la Meca una vez en nuestra vida. Y es que, por sus obras les conoceréis...
 
(5) Jesucristo tenía sus planes, y contaba con el leproso para seguir con ellos. (Igual que cuenta con nosotros también). Y luego desobecemos y hacemos lo que nos da la gana, y retrasamos los planes de Jesús...
 
... Y Dios tiene razones profundas que brotan de una sabiduría profunda. (Aquí por ejemplo era evitar que los milagros eclipsaran el mensaje). Que la gente se fijara sólo en quien podía curar su lepra y seguir con el alma infectada...
 
¡Hoy mí oración para que el Señor quite todas nuestras lepras y las de nuestra Iglesia! Y libres de ellas podamos hacer Su voluntad y disfrutar de Su PAX... Y para que nos dé entrañas de Misericordia como las suyas. ..
 
¡Feliz día hermanos! ¡Besos y abrazos DE COLORES!

Pd: Y no olvidéis nunca que cualquier semilla puede ser el origen de un bosque, (si Dios lo quiere).
 
 
 

2 comentarios:

  1. PRIMERA LECTURA

    De la carta a los Romanos 2, 17-29

    LA DESOBEDIENCIA DE ISRAEL

    Tú, que presumes de tu nombre de judío, que descansas seguro en la ley, que pones tu gloria y confianza en Dios, que conoces su voluntad, e, instruido constantemente en la ley, sabes apreciar y escoger lo que más importa; tú, que crees ser guía de ciegos, luz de los que viven en las tinieblas, preceptor de ignorantes, maestro de menores de edad; tú, que tienes en la ley la encarnación de la ciencia y de la veracidad de Dios; tú, en suma, que instruyes a otros, ¿cómo no te instruyes a ti mismo?

    Tú, que predicas que no hay que robar, ¿robas? Dices que no hay que cometer adulterio, ¿y lo cometes? Abominas de los ídolos, ¿y te llevas las riquezas sagradas de sus templos? Tú, que pones tu gloria y confianza en la ley, deshonras a Dios con tus transgresiones de la ley; porque por vuestra culpa profieren los gentiles blasfemias contra el nombre de Dios, como dice la Escritura.

    Cierto que la circuncisión te vale, si practicas la ley; pero, si la quebrantas, tu circuncisión es como si no fuese. Por otra parte, ¿no considerará Dios como circunciso al pagano que guarda los preceptos de la ley? Y más: los que sin estar corporalmente circuncidados cumplan la ley a la perfección te condenarán a ti, que, con toda tu letra de la ley y tu circuncisión, quebrantas la ley.

    No aquel que lo es al exterior es verdadero judío; ni la que aparece fuera en la carne es verdadera circuncisión. El verdadero judío es aquel que lo es en su interior; y la verdadera circuncisión es la del corazón, la que es según el espíritu, no según la letra de la ley. El verdadero judío es el que merece alabanzas no de los hombres, sino de Dios.

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  2. Aquel, por tanto, que por su Verbo eterno lo hizo todo y dio el ser a las cosas creadas no quiso que se movieran y actuaran por sí mismas, no fuera a ser que volvieran a la nada, sino que, por su bondad, gobierna y sustenta toda la naturaleza por su Verbo, el cual es también Dios, para que, iluminada con el gobierno, providencia y dirección del Verbo, permanezca firme y estable, en cuanto que participa de la verdadera existencia del Verbo del Padre y es secundada por él en su existencia, ya que cesaría en la misma si no fuera conservada por el Verbo, el cual es imagen de Dios invisible, primogénito de toda creatura; por él y en él se mantiene todo, lo visible y lo invisible, y él es la cabeza de la Iglesia, como nos lo enseñan los ministros de la verdad en las sagradas Escrituras.

    Este Verbo del Padre, omnipotente y santísimo, lo penetra todo y despliega en todas partes su virtualidad, iluminando así lo visible y lo invisible; mantiene él unidas en sí mismo todas las cosas y a todas las incluye en sí, de tal manera que nada queda privado de la influencia de su acción, sino que a todas las cosas y a través de ellas, a cada una en particular y a todas en general, es él quien les otorga y conserva la vida.
    (San Atanasio)

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