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jueves, 28 de marzo de 2024

VIERNES 29.3.2024 AD: "Más amó que padeció". (San Juan de Ávila)". (Jn 18, 1-19,42):

EVANGELIO DEL VIERNES 29.3.2024 AD:

V 29. "Más amó que padeció". (San Juan de Ávila)". (Jn 18, 1-19,42):

¡¡¡Buenos días hermanos!!! Hoy Viernes Santo, día de ayuno y abstinencia, los Oficios nos llevan a contemplar la Pasión del Señor y a encontrarnos con Dios en el Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Juan (18, 1-19,42): 

C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo: + «¿A quién buscáis?»
C. Le contestaron:
S. «A Jesús, el Nazareno.»
C. Les dijo Jesús: + «Yo soy.»
C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez: + «¿A quién buscáis?»
C. Ellos dijeron:
S. «A Jesús, el Nazareno.»
C. Jesús contestó: + «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos»
C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste.» Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: + «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?»
C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo.» Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:
S. «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?»
C. Él dijo:
S. «No lo soy.»
C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó: + «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.»
C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaban allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:
S. «¿Así contestas al sumo sacerdote?»
C. Jesús respondió: + «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?»
C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:
S. «¿No eres tú también de sus discípulos?»
C. Él lo negó, diciendo:
S. «No lo soy.»
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:
S. «¿No te he visto yo con él en el huerto?»
C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:
S. «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?»
C. Le contestaron:
S. «Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.»
C. Pilato les dijo:
S. «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.»
C. Los judíos le dijeron:
S. «No estamos autorizados para dar muerte a nadie.»
C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús le contestó: + «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»
C. Pilato replicó:
S. «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»
C. Jesús le contestó: + «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»
C. Pilato le dijo:
S. «Conque, ¿tú eres rey?»
C. Jesús le contestó: + «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»
C. Pilato le dijo:
S. «Y, ¿qué es la verdad?»
C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:
S. «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
C. Volvieron a gritar:
S. «A ése no, a Barrabás.»
C. El tal Barrabás era un bandido. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. «Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.»
C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:
S. «Aquí lo tenéis.»
C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:
S. «¡Crucifícalo, crucíficalo!»
C. Pilato les dijo:
S «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.»
C. Los judíos le contestaron:
S «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios.»
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:
S. «¿De dónde eres tú?»
C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:
S. «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?»
C. Jesús le contestó: + «No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.»
C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. «Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César.»
C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:
S. «Aquí tenéis a vuestro rey.»
C. Ellos gritaron:
S. «¡Fuera, fuera; crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «¿A vuestro rey voy a crucificar?»
C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. «No tenemos más rey que al César.»
C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.» Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:
S. «No, escribas: "El rey de los judíos", sino: "Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos."»
C. Pilato les contestó:
S. «Lo escrito, escrito está.»
C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:
S. «No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.»
C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: + «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
C. Luego, dijo al discípulo: + «Ahí tienes a tu madre.»
C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: + «Tengo sed.»
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: + «Está cumplido.»
C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.» Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.


Reflexión: Este Evangelio es demasiado rico y demasiado profundo para poder comentarlo y yo menos que nadie... 

Está lleno de mensajes directos e indirectos, de palabras de Amor de Dios hacia nosotros, de gestos y de entrega,... ¡Cualquier cosa que yo pueda decir es una minucia teniendo en cuenta la realidad y la elocuencia de la misma Palabra!

¡Qué significativo es cuando el Señor da a San Juan a Su Madre a los pies de la Cruz! (Hecho que nos muestra claramente que Jesús no tuvo ningún hermano de sangre, y que cuando el Evangelio dice "hermanos" sólo quiere decir "parientes", como ya hemos visto...).

Y que importante es que la llame "mujer" y no "mamá" ni "María", porque está encargando a La Mujer por excelencia que nos cuide a todos, (porque fijémonos que primero le pedirá a Santa María que acepte a San Juan como hijo, y con él nos incluye a toda la humanidad y así viene a decirle a Su Madre: "¡Cuídalos como me cuidaste a mí!"... Y sólo después dará a Santa María al cuidado de San Juan. (Primero se preocupa de nuestro cuidado espiritual, y luego se preocupa del cuidado material y de que Ella no quede desprotegida)...

La Pasión del Señor siempre es muy dulcificada. Si pusiéramos el cuerpo del Señor en las Iglesias como fue en realidad habrían muchos que no podrían mirarlo. Ni siquiera "La Pasión" de Mel Gibson puede recrear la extrema crudeza que vivió Jesucristo en Su Pasión y Muerte, tan redentoras como Su Santísima Vida... 

Me gustaría llevaros a ese punto de que Jesucristo sufrió como nadie jamás. De hecho con Él se cometió una total irregularidad en Derecho Romano, aplicándole dos penas excluyentes entre sí: azotes y crucifixión... ¡Algo que no se daba! ¡Sería como aplicar hoy la horca y la inyección letal a un condenado a muerte! 

Y es que los azotes era casi una pena de muerte y pocos sobrevivían a las infecciones posteriores, un látigo de tiras de cuero levantaba la piel. Otro con bolas de acero y pinchos golpeaban brutalmente, se clavaban como anzuelos en la piel y al retirarla la arrancaban... ¡Así eran los azotes! (Y no como nosotros lo vemos, como un castigo menor).

Seiscientas cincuenta marcas de estas bolas había en el cuerpo del Señor, (según pueden contarse en la Sábana Santa. Pero, si tenemos en cuenta la cara oculta de brazos y costado pudiera haber más. Y si fueran 16 más saldría el número del maligno, sobre la piel de Nuestro Señor Jesucristo. Esto último sólo es una reflexión mía, que no hay porque considerar...).

Bueno, ¿nos hemos hecho una idea de la Pasión del Señor? ¡Pues no es lo verdaderamente importante! Lo importante de verdad lo dice San Juan de Ávila"Más amó que padeció." ¿Podéis imaginaros un Amor tan grande?

Os dejo con esta frase, porque si la asimilamos y la hacemos vida esta Semana Santa habrá sido verdaderamente fructífera,...

¡Os deseo una muy intensa Semana Santa en que podáis descubrir al Amor!

Yo, por mi parte, cada vez tengo más claro que haré mucho más orando por vosotros que alargando esta reflexión, así que hoy nos toca hacernos a cada uno la nuestra... ¡Y disfrutar mucho viendo los matices que nos sugiere a cada uno la Palabra!

¡Hoy sería bonito dar las gracias a Dios por todos Sus regalos! ¡Por Crearnos, y por crear un universo tan maravilloso sólo para nosotros, por hacernos libres, y por seguir siendo fiel a pesar de nuestras infidelidades, y por seguir contando siempre con nosotros y seguir soñando en como podemos llegar a ser! ¡Pero sobre todo gracias Señor por asumir nuestra carne! ¡Gracias por nacer de Santa María! ¡Gracias por vivir con sencillez como uno de nosotros! ¡Y sobre todo gracias por asumir los frutos de nuestro pecado: el dolor y la muerte, y darles sentido! ¡Muchas gracias por morir por mí, por todos mis pecados! Hoy sé que la Cruz no es sólo un instrumento de tortura, que es la prueba de que Tu Amor por nosotros fue mucho mayor que Tu Dolor! Y San Juan de Ávila tiene razón cuando dice la frase que cogí para el título de hoy: "Más amó que padeció".

+ Oremos para que eSeñor nos ayude a llevar a la vida ordinaria el pensamiento que me llegó ya hace años orando frente al Monumento: "¡Quemar mis naves!". Quizá sea eso lo que tengamos que hacer en algún momento en el camino de la Fe... ¡Quemar las naves! Y apostar todo a una carta: ¡A Dios! ¡A Él, un Sólo Dios, a ÉlTrinidad Santa, todo el Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos y aún después de todo tiempo! ¡Amén! 

+ Por todos los que buscan Su vocación, porque sepan quemar sus naves y clavarse en la Cruz con el Señor,...

+ Y ¡porque el Señor me permita morir al hombre viejo! Hoy, y ya para siempre, para poder Resucitar el próximo Domingo junto con Cristo, que ya ha vencido para siempre a la muerte... ¡De eso trata la Cuaresma! ¡De morir a nuestros egos y pecados, para poder resucitar con Jesucristo! ¡Sea por siempre Bendito, Alabado y Glorificado! ¡Amén!


¡Feliz Viernes Santo hermanos! ¡Besos y abrazos DCOLORES!!!


Pd: Y no olvidéis nunca que cualquier semilla puede ser el origen de un bosque, (si Dios  así lo quiere)... ¡¡¡Esparcir Sus semillas!!! ¡No os las quedéis sólo para vosotros!


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